lunes, 19 de mayo de 2008

17 meses... ...y a la espera


Las viejas casas cayeron como
robles de concreto; enterrando sus tesoros, sepultando sus secretos.
Y la
muerte se acercóa grupas de la inclemencia,¡Qué hasta el silencio tembló, al
contemplar su presencia!.
Y la tierra se envolvió, germinándose a la
fuerzauna aureola ensangrentada de insepultas calles muertas.
¡Qué cruel
final!. ¡Qué corajeme da pensar que la vida, aunque prolongue su viaje como la
lluvia es finita.
Basta un breve temblorcillo de la tierra enloquecida, para
alfombrarnos de sangrelas praderas florecidas.
Y se enlutecen las sombras.Y
el dolor de sus caminos duelen más en la penumbra, gritan más contra el destino.
Y en el vaho de la suerte queda escrita en su baraja: ¡El continuar de la
vida, o el sucumbir de la muerte!.
Pero igual que un mar de oliva, llega
pronto un mar de brazos, a rescatar lo que atrapala honda tierra en su regazo.
Y sé que el pueblo chino sabe muy bien dar las gracias, a quien lucha en
consolarlo de sus terribles desgracias.
La ayuda del mundo entero llega en
forma voluntaria, blancas manos sin desvelo, bellas almas solidarias.
Son
los hermanos del mundo los que no tienen fronteras, los que miran más alláde
flores y primaveras.
Para buscar al que sufre. Para encontrar al que llora.
Para brindarle las manossin mezquindad y sin demora.
Y se hacen siempre
presentes como rocío del cielo. Con sus alforjas cargadas de generoso consuelo.
Arriesgan sus propias vidas, invierten dinero y tiempo, y en sus manos
bendecidas, van suturando lamentos.
Y ese ejército es completo. Hay
Bomberos, hay Soldados, Ingenieros, Arquitectos, Estudiantes y Abogados.
Hay
Médicos y Enfermeros, Poetas y Literatos, Cantantes y Profesores Mecánicos y
Empresarios.
Ministros y Presidentes, muy de cerca o muy lejanos, su ayuda
llega clemente porque en verdad: ¡son hermanos!
Mi gratitud va con ellos por
su infinita bondad.¡Un abrazo Ángeles bellos, que Dios premie su
Hermandad!


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