jueves, 2 de abril de 2009

un relato... ... precioso!*


Miro por la ventana, hoy el día está nublado y llueve. Me fijo bien en cada gota que se queda en el vidrio, cada gota es un mundo.

Miro una gota pequeña, que baja lentamente por el vidrio. Dentro de la gota veo un paisaje. Una mujer de apariencia oriental camina lentamente pensativa con una gran bolsa de deporte en la mano. Tiene el rostro preocupado. Camina bajo una lluvia que le moja la ropa y el rostro, pero no sólo está mojada por la lluvia, grandes ríos de lágrimas recorren su cara.
Llega a un pueblecito, se adentra, se detiene ante un edificio de oficinas públicas, deja la bolsa, dice unas dulces palabras y sale corriendo. Al poco tiempo una mujer que llega oficina se da cuenta de la presencia de la bolsa y va a mirar lo que contiene, con lágrimas de pena se da cuenta de que otra niña ha sido abandonada.

Vuelvo a mi ventana. Pienso en aquella mujer, ¿porque lo hizo? Pienso en el bebé que había dentro de la bolsa, ¿que pasará con él?

Otra gota me llama la atención y hace que vuelva a mi viaje oriental. Esta vez veo muchas cunas, muchos bebés, pero entre todos hay una niña que es especial. Su mirada, sus gestos, los llantos, son diferentes y eso me llama mucho la atención y no sé muy bien por qué. De pronto el recuerdo de la bolsa me invade.

Cada vez llueve más, hay más gotas en el cristal. Una gota muy grande se desliza hasta desaparecer.

La niña va creciendo, ya hace un año que la abandonaron. Aún no sabe caminar, ni hablar y nunca ha tenido amor, sólo soledad y miedo.

Un avión nada entre las nubes llenas de lluvia, quizás sus gotas son las mismas que las mías, contienen la misma historia o quizás no. De forma inocente saludo el avión, quizás alguien me mira en alguna gota, al igual que me pasa a mí con aquella mujer, quizás yo también formo parte de alguna historia.

Hoy es un día especial, un día extraño para la pequeña niña. Ya no tiene a su lado otros niños llorando, ya no sabe qué es lo que pasa. Oye gente llorar, pero esta vez de alegría. Por primera vez sabe lo que es un abrazo, una caricia con amor. Por primera vez en mucho tiempo sabe lo que es tener una familia.

Cada vez llueve más, empieza a tronar. Por mi cuerpo recorre por un segundo mucha angustia. Esta vez en la gota no hay ninguna niña. Esta vez una mujer llora desesperadamente, hace un año que tuvo que abandonar su amada hija. Durante este tiempo se le ha imaginado en cada niña que veía en la calle, pero hoy, más que nunca siente que la ha perdido y no sabe muy bien el por qué. A pocos kilómetros de su casa, su hija está con su nueva familia occidental.

En mi ventana sigue la lluvia, aunque cada vez llueve menos, las lágrimas van desapareciendo. Sale el sol y con él la alegría, la felicidad y el amor.

Hoy es otro día de lluvia, esta vez yo viajo en avión, estoy en un avión similar al que un día vi pasar por mi ventana. Voy en busca de un tesoro oriental, voy en busca de una maravilla de cabellos negros como la oscuridad de la noche y de ojos gruesos y alargados como las almendras.

Hoy hago realidad esa premonición que hace un tiempo tuve. La ventana y la lluvia me ayudaron a escoger mi camino, mi aventura. Me abrieron el paso para ir en busca de mi tesoro oriental.

Ahora sé con claridad que ya no hace falta mirar por la ventana un día de lluvia para ver pasar un avión y pensar que tal vez ellos también me ven en una historia como la que yo un día vi. Ahora no me hace falta, porque sé con mucha certeza de que yo ya he formado mi historia junto a mi princesa, ahora las dos, formamos una historia de amor, de sentimientos y sobre todo de muchas emociones.

Enhorabuena: Jenni.



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