El Paisajista. Leyenda China
Un pintor de mucho talento fue enviado por el
emperador a una provincia lejana, desconocida, recién conquistada,
con la misión de traer imágenes pintadas. El deseo del emperador era
conocer así aquellas provincias.
El pintor viajó mucho, visitó los recodos de
los nuevos territorios, pero regresó a la capital sin una sola imagen,
sin siquiera un boceto. El emperador se sorprendió, e incluso se
enfadó.
Entonces el pintor pidió que le dejasen un gran
lienzo de pared del palacio. Sobre aquella pared representó todo el
país que acababa de recorrer. Cuando el trabajo estuvo terminado, el
emperador fue a visitar el gran fresco. El pintor, varilla en mano, le
explicó todos los rincones del paisaje, de las montañas, de los ríos, de
los bosques.
Cuando la descripción finalizó, el pintor se
acercó a un estrecho sendero que salía del primer plano del fresco y
parecía perderse en el espacio. Los ayudantes tuvieron la sensación de
que el cuerpo del pintor se adentraba a poco en el sendero, que avanzaba
poco a poco en el paisaje, que se hacia más pequeño. Pronto una curva
del sendero lo ocultó a sus ojos. Y al instante desapareció todo el
paisaje, dejando el gran muro desnudo.
El emperador y las personas que lo rodeaban volvieron a sus aposentos en silencio.
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