lunes, 21 de julio de 2008

19 meses... ... y a la espera





Cuenta la leyenda que las tierras de dos familias
amigas fueron separadas durante la construcción de la gran muralla. Una de las
familias se llamaba Chiang y la otra Meng.

Ambas familias plantaron a
cada lado de la muralla una planta trepadora de zapallo. Cuando la planta
creciera, treparían hasta la cima y allí se reunirían. De esta unión nació un
zapallo enorme y ambas familias se disputaron el preciado fruto. En la discusión
acordaron partir el zapallo por la mitad y cada familia se quedaría con una de
las partes.

Al partir el zapallo vieron que en su interior había una
niña preciosa, entonces decidieron llamarla Meng Chiang y criarla conjuntamente.

Esto ocurrió cuando Shih Huang Ti, de la dinastía Chhin decidió
construir una gran muralla en la frontera norte para evitar los ataques
enemigos. Pero cuando completaron una sección de la pared, esta se desplomó.

Un sabio le aconsejó al emperador inmolar a un ser humano por cada milla
de construcción de una muralla de diez mil millas. El emperador siguió su
consejo pero los habitantes estaban aterrorizados ya que la demanda de víctimas
crecía a la misma velocidad que avanzaba la construcción de la pared.

Otro sabio, viendo que el pueblo estaba atemorizado, sugirió al
emperador conseguir un hombre llamado Wan para el sacrificio, ya que la palabra
Wan significaba diez mil.

El emperador entusiasmado, mandó a sus
soldados en busca de Wan, pero Wan, cuando se enteró que iba a convertirse en la
próxima víctima, escapó y se escondió en el jardín de la familia de la hermosa
Meng Chiang.

Esa noche, la joven Meng Chiang quiso bañarse desnuda en la
piscina bajo la luz de la luna. Mientras estaba disfrutando de su baño dijo: “Si
algún hombre me viera ahora, mientras estoy desnuda, yo sería feliz de
pertenecerle para siempre”. Wan, que estaba escondido sobre un árbol, no pudo
resistir el encanto de la joven Meng Chiang y respondió: “Yo te he visto”.

Así fue como Meng Chiang y Wan se casaron. Pero mientras transcurría la
fiesta de bodas, se presentaron los soldados del emperador y apresaron a Wan,
dejando a la novia bañada en lágrimas y el matrimonio sin consumarse.

Wang luego de ser apresado fue lapidado entre los bloques dela gran
pared.

Meng Chiang, en honor a s esposo, decidió hacer un largo viaje a
la muralla en busca de los restos de su marido. Había recorrido muchos
kilómetros y no sabía por donde comenzar a buscar, entonces se recostó contra la
pared y desanimada comenzó a llorar. La muralla se apiadó de ella y colapsó
dejando ante sus ojos los huesos de Wan, su marido.


Cuando el emperador supo de la intensa búsqueda de Meng Chiang, quiso conocerla.
Y, cuando la vio quedó tan prendado de su belleza que le ofreció ser su
emperatriz.

Meng Chiang sabía que no podía rehusar semejante
ofrecimiento y aceptó pero bajo tres condiciones: Un funeral de cuarenta y nueve
días en honor a su marido. El emperador y sus funcionarios debían estar
presentes en los funerales y la construcción de un altar de cuarenta nueve pies
de alto a orillas del río para que ella hiciera ofrendas a su marido muerto.

Si se cumplían esas condiciones, entonces ella se casaría con el
emperador.

Chhin Shih Huang Ti consintió el pedido sin tardanza.

Cuando todos los requisitos se cumplieron, entonces, Meng Chiang, trepó
hasta lo alto del altar, y en presencia del emperador, lo denigró ante su corte
con un duro discurso por su maldad y crueldad para con su pueblo y luego se
arrojó al vacío desde lo alto del altar hacia las barrancas del río, muriendo al
instante.

El emperador, en su furia, ordenó a los soldados recoger el
cuerpo de Meng Chiang, cortarlo en pedazos y destruir sus huesos hasta
pulverizarlos.

Al hacer esto, los pequeños pedazos de Meng Chiang se
convirtieron en peces platinados de colores en los que el alma de la hermosa
Meng Chiang continúa viviendo.

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